martes, 12 de noviembre de 2013



Despiertas, mirando al mundo con esos dos faroles. Caminas con tus ideales atrás, como si fuesen tus guardaespaldas. Generas rutinas pero buscas ser más amigo de lo inesperado; de cualquier experiencia que salga de lo cotidiano. Y aunque a veces cansa, está bien ese juego que generas con la vida: probarse a uno mismo, ver hasta donde puedes llegar. Este recorrido está lleno de personas. Todas aparecieron de la misma manera, siendo lo inesperado, la novedad. Pero poco a poco van tomando forma, van tomando color. Cambia la distancia; unos se acercan y otros se alejan. Personas que pudieron ser imprescindibles, ahora toman el título de extraños. La rutina nos va consumiendo en seco hasta que frenas y te preguntas, qué pasó. Pero muchas veces no nos damos cuenta de que el mundo es redondo y por mucho que nos demos la espalda, si continuamos caminando cada uno en su sentido, nos volveremos a encontrar.


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