sábado, 8 de junio de 2013

Habrá veces en la vida a las que no podrás decir que no.


Tu boca me tentaba, tus labios me llamaban y tus recuerdos me invadían. No fueron más de diez segundos lo que tardaron nuestras miradas en entenderse ni más de veinte segundos lo que tardaron los recuerdos en convertirse en risas. Tus palabras volvían a dar sentido a mi cara de niña despreocupada y feliz. De nuevo nos encontrábamos en la misma situación, sudando y con el pelo revuelto, pero esta vez no había nada claro, bueno, realmente nunca lo hemos tenido claro. Y es que después de sanar tantas heridas, de utilizar tantas tiritas y algodón, acabamos siendo débiles ante las mismas situaciones de siempre. Tenemos mucho miedo de que nos vuelvan a hacer daño, sin embargo, nos hemos quedado sin excusas para ocultar lo que realmente sucede. No quisimos revivir aquellos sentimientos ya olvidados pero demasiado inevitable era que volviesen a aparecer. Porque, la verdad, entre tú y yo, aquellos sentimientos ni se fueron ni volvieron, siempre han permanecido, casi ocultos, imperceptibles, en un intento de olvido pero totalmente presentes. Juntos somos el tiempo de un fuego artificial, separados toda una vida para recordarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario