domingo, 10 de marzo de 2013

The Beatles


Me asombra la importancia que tiene la música sobre nosotros; el poder que encierran un par de canciones y la verdad que esconden un par de versos. Un simple gesto como es dar al play nos permite viajar en tiempo y lugar. No hablo de esas composiciones perfectas, completas, brillantemente adornadas o que se consideran obras maestras, más bien hablo de todas esas canciones que cuentan una vida, que componen la interminable melodía de cada uno.  Como esa canción que cantaste a voz en grito una noche de locura con los amigos por medio de la calle, sin vergüenza alguna y con una gran dosis de droga que recorría vuestros cuerpos. O como esa otra que siempre te recordará a tu mejor amigo o amiga, a esa persona que tanto te conoce y con la que has pasado tantos años. Como esa canción que sonaba aquel sábado que tanto recuerdas ya sea por lo bien que te lo pasaste o por lo poco que te acuerdas de esa noche. Como esa otra que fue la causante de que te quedases afónica un par de días. O esa que os hizo bailar de forma “sexy”, un tanto estúpida, para echaros unas risas. Como aquella canción que tiene la capacidad de arrancar una sonrisa de tu cara y de hacerte ver el día con un poco más de luz; y, por el contrario, aquella capaz de hacer que broten de tus ojos un par de lágrimas cada vez que la escuchas. Esa canción que te recuerda que has de levantarte con fuerzas y optimismo cada mañana. Esa canción que escuchas en el autobús mientras dibujas en el vaho de los cristales y recuerdas quien te la enseñó. Aquella otra que escuchaste por primera vez junto a alguien especial. O esa de la que sólo conoces el estribillo pero aun así la sigues cantando cada vez que suena, inventándote cada vez una estrofa.
Cada persona, cada momento, cada situación que haya significado algo en tu vida, tiene una canción.






No hay comentarios:

Publicar un comentario