Ya estamos en un nuevo calendario, con otras 365
oportunidades, con posibilidad de cambiar, de renovar nuestro estilo o nuestra
forma de ser, pero todos deberíamos saber que simplemente se trata de un número más, no una
vida nueva. Los años no borran los problemas, los errores ni todo lo vivido. Comienza
de nuevo la posibilidad de ser más amable, de decir todo aquello que el año
pasado no dijiste, de cumplir promesas, o quizás de detenerse a escuchar a
aquellos que lo necesitas, pedir nuevos deseos y renovar los objetivos. Aunque
todos debemos tener en cuenta que las situaciones finalmente pueden cambiar
dejando todo en manos del azar. Muchos quieren cortar de raíz, un cambio
radical, todo nuevo, un año distinto basado en la frase “Año nuevo, vida nueva”.
No hay que ser tan tonto de pensar que con cambiar un número todo va ha ser
diferente. No se necesita cambiar de año para modificar las circunstancias o lo
que hiciste mal o de lo que ahora te arrepientes; eso se hace día a día. Cada
vez que te levantes por la mañana, según salgas de casa o según quedes con los
amigos, siempre, todos, son buenos momentos para cambiar lo que hiciste mal, o
para hacer lo que te apetece o aquello con lo que te quedaste con las ganas. Así
es que hoy, y no por haber cambiado de año, pido que los sueños y promesas no
duren lo que duran los fuegos artificiales, que la esperanza sea sustituida por
la iniciativa, que todo cambio venga de la mano de una mejora, que seamos
capaces de dejar atrás las mentiras, la vergüenza y la falsedad. Cada año tiene
365 comienzos, así que a este 2013 todavía le quedan 363, y de ti depende
transformar esos días, esas oportunidades, ese tiempo, en algo que valga la
pena recordar. Aprovecha ese gran regalo de la vida que es cada día.
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