domingo, 16 de septiembre de 2012

Querida Vida:


Te pido perdón porque ayer pensaba que eras una mierda. Fue uno de esos días en que todo lo ves de color negro, te sientes utilizada a mas no poder, sin ganas de nada,  impotente, decepcionada, etc... y no para de venir a tu cabeza la pregunta "¿por qué cuando crees estar haciendo algo bien, resulta que no es como uno pensaba?” y te planteas la pregunta miles de veces, piensas una respuesta pero no tiene sentido y te das cuenta de que sigues sin entenderlo. Te deprimes, piensas que nada es como tú crees. Y sí Vida, ayer fue un día de mierda, dominado por la decepción. Me acosté con dolor de cabeza y ganas de que acabara el día. En uno de esos pensamientos que aparecen cuando te acuestas, volvió otra pregunta: "¿Voy a poder confiar en alguien o no merece la pena dar un voto de confianza a aquellas personas que no conoces?". Acto seguido, lo piensas dos veces y llegas a la conclusión de que tienes que dejar de hacer de tus problemas todo un mundo, dejar de llorar por cualquier tontería  y sobre todo pensar que, el problema lo tienen ellos. Hay personas que merecen la pena y otras que lo que les gusta es jugar con la gente; que esas personas en las que tu confías y luego resulta que no deberías haber confiado, son las que más te llegan a decepcionar, pero realmente el problema le tienen ellas. A esto, que cierras los ojos y te das cuenta de que eres joven, tienes buena salud, una familia extraordinaria, unas amigas increíbles que se preocupan más de mi que de ellas mismas y siempre están ahí, una vida completa en la que no me falta de nada gracias al trabajo de mis padres, estudio en un buen colegio y mi clase es genial. Y podría  estar hablando horas y horas de cosas buenas de mi vida, incluso hay más cosas buenas que malas. Pero voy a parar. Así que, querida Vida, la próxima vez que me veas deprimida, por favor recuérdame que soy una chica afortunada y lo único que tendría que hacer es darte las gracias por tener lo que tengo. 


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