miércoles, 19 de septiembre de 2012



Me estás mal acostumbrando. Has conseguido que dejarse llevar por la alegría sea lo más fácil del mundo; eso que siempre evité para que la caída fuera menor cuando todo dejara de ir bien. Después de todo, llegue a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era protegerme de todo el que me pudiera hacer daño, sin embargo, has llegado tú y, no se como, has conseguido que cambie esa forma de ver la vida. Has conseguido que quiera ver en las personas algo más que una cara bonita, que deje de criticar a las personas y que vuelva a pensar que merece la pena apostar por alguien especial. No es sólo que haya encontrado mi apoyo diario, es que ahora también mi tranquilidad, mi seguridad, la confianza en mí misma dependen de lo que me hayas dicho hoy, de la cantidad de palabras que me has susurrado al oído. Me estás mal acostumbrando a eso de sonreír a todas horas como una tonta, y me he dado cuenta de que no querría dejar de hacerlo nunca. Que yo soy la que te entiende, que aunque no lo parezca, creo que te conozco mucho más de lo que esperaba, en un mes me has mostrado gran parte de tus virtudes y me has enseñado tu manera de ver la vida. Has sido capaz de escucharme y, sobretodo, de aconsejarme. Y he de decirte, que por mucho que lo oculte, por mucho que lo niegue, tú eres la más perfecta mala costumbre. 


Mi tranquilidad, mi seguridad, la confianza en mí misma dependen del 

número de veces que me has abrazado hoy.


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