lunes, 11 de junio de 2012

Aprende a que no duela.



A veces todo es demasiado complicado, otras en cambio todo es tan sencillo como levantarte y darte cuenta que los lazos que nos unen son más fuertes de lo que nosotros mismos pensamos. Que sin darnos cuenta lo que comenzó hace unos años, y finalizó meses después, hoy nos marca más de lo que algún día pudimos llegar a imaginar. Que pudimos poner un punto final y, sin embargo, se ha convertido en un punto y seguido. Hoy no sabemos ni lo que queremos pero sabemos que no olvidamos tan fácilmente. Supongo que será eso lo que nos impide ir más allá. A veces no es miedo a querer sino miedo a tener que olvidar; y sufrir al recordar. Al fin y al cabo, de las situaciones se aprende, te enseñan a ver la realidad que te rodea y a que, poco a poco, te des cuenta de que lo que más duele es lo que más te ha llenado, que si lo echas de menos es porque algún día fue mucho mas. Un día miraremos atrás y nos daremos cuenta que fuimos una luz que brilló demasiado, que brillaba tanto que cegaba, y, por eso, no nos dimos cuenta de lo que realmente éramos.

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